Bienvenid@s a este espacio que también es vuestro.
Bienvenid@s a este lugar donde confluyen palabras e imágenes, vestigios del pasado y nuevas formas del presente, voces sepultadas en el olvido apenas perceptibles, gritos que brotan de lo que creíamos inerte.
Hay vida en cada rincón habitado por nuestra historia, aunque algunos se empeñen en llenarlo todo de muerte y desdén. De la destrucción también brota la belleza, para que podamos reconciliarnos con ese lado oscuro que también forma parte de nuestro ADN, como nación, como especie.
Hay vida tras la muerte cuando la varita mágica del proceso creativo se pone a conjurar a los que nos precedieron. De pequeña le tenía pánico a las apariciones. De mayor las persigo. Porque no son como nos decían que eran, no son a nuestra imagen y semejanza.
Las revelaciones se producen cuando una empuña una tijera para arrancarle a la memoria un jirón de verdad, o cuando una se acerca a los objetos más cotidianos, más banales, más insignificantes, y los dignifica, sacándoles un nuevo brillo, repensándolos.
Este pequeño lugar es un altar desde el que hacer sacrificios creativos para ofrecérselo a l@s dios@s que se elevan por encima de nuestras cabezas, es@s que nos susurran cuando estamos, escalpelo en mano, al borde del precipicio artístico. Por eso, las palabras que aquí deslice, las obras que aquí exponga, no son sólo mías. Son de aquell@s que aparecen en las fotos que profano, son también de aquell@s que dejaron sus tactos en los cachivaches que descontextualizo, son vuestras, que con vuestra mirada las abrazáis para darles un sentido.
Por eso, mi mirada, nunca lleva mi firma. No es mi nombre lo que importa, es lo que rescatamos del naufragio del olvido.